miércoles, 23 de marzo de 2011

Un hombre alto, delgado y de serena mirada azul

Los padres del héroe de Calama eran Juan Avaroa y Benita Hidalgo. Su familia escribía el apellido de maneras distintas. El mismo Eduardo firmó documentos con “v”, aunque, como hace notar Gustavo Adolfo Otero, citando al escritor chileno Vicuña Mackena, a partir de su adolescencia optó por la “b”, con la que se quedó.

Oriundo de San Pedro de Atacama, Eduardo se casó con Irene Rivero Romero. La pareja tuvo cinco hijos: Amalia, Antonia, Andrónico, Eugenio y Eduardo 2°.

Roberto Querejazu Calvo traza un retrato del héroe de la siguiente manera: “Al llegar a la madurez era un hombre alto, delgado, de movimientos tranquilos. Cabello encanecido prematuramente. Frente amplia y despejada, cejas hirsutas, ojos claros de mirada bondadosa a la vez que firme, nariz romana. Labios y mentón cubiertos de bigotes y barbilla haciendo triángulo”.

Gustavo Adolfo Otero añade: “Usaba sombrero de amplias alas, ladeado hacia la ceja izquierda, revelando con esto y con su peinado unas migajas de coquetería. Un cuello cruelmente almidonado, bajo, con la corbata en forma de rosa... Un saco de solapas pequeñas y también de talle pequeño, pero con muchos botones. El chaleco de felpa negra con botones blancos en los días festivos y de la misma tela clara, ordinariamente café con leche. Los pantalones anchos y campaneados, tal cual la moda de la época, sin la raya. Los zapatos con elástico, de cuero peligrosamente duro... Una  gruesa cadena de oro serpenteaba sobre el chaleco, un aro matrimonial colocado en el anular izquierdo y su bastón, vertical y sencillo como una vara, eran los adornos de Eduardo Abaroa”.

Su cadáver “fue recogido por las tropas enemigas y se lo sepultó silenciosamente en el cementerio del pueblo de Calama, a las cuatro de la tarde del día de su muerte”, dice Otero; Querejazu aclara que fue a las 6 de la tarde. En 1952, el Gobierno boliviano repatrió los restos, que fueron escoltados hasta la frontera por el ejército chileno con honores militares. Una urna los conserva en la basílica de San Francisco (La Paz).

Hay familia Abaroa en Chile como en Bolivia

El 2005 falleció en Chile Andrónico Luksic Abaroa, uno de los hombres más ricos del país vecino. Hijo del inmigrante croata Policarpo Luksic y de Elena Abaroa, descendiente ésta del héroe boliviano, el millonario había nacido en Antofagasta el año 1926.

Parte de la fortuna del tataranieto de Eduardo Abaroa —estimada el 2004 en 3.400 millones de dólares— financia hoy becas de educación superior en Chile a través de una fundación. Su hijo Jean Paul Luksic ha quedado al frente del holding que maneja el Banco de Chile y la Telefónica del Sur, entre otras empresas.

Esta familia es la descendiente del hijo mayor de Abaroa, Andrónico. Las hijas del boliviano, Amalia y Antonia, según averiguó La Razón el año 2004, se fueron a vivir a Salta (Argentina). El otro hijo, Eugenio, se quedó a vivir en Calama y tuvo tres hijas que migraron a Bolivia. Una de éstas, Katty, es la madre de Ronald MacLean, quien llegó a ser alcalde de La Paz, así como Canciller de la República en los años 90.

En Bolivia (La Paz, Cochabamba y Santa Cruz) viven otros descendientes: los Abaroa Campero, los Abaroa Von Tranger, los Abaroa Castro Pinto, los Farwig Abaroa, los Salazar Abaroa. Y hay muchos “Eduardo” entre la amplia familia cuyos pasos les han llevado también a los Estados Unidos.

1 comentario:

  1. soy Abaroa, mi tío Antón Garro investigó y me emparentaba con Eduardo Abaroa. Mi tío murió y yo no llego aquí sino a los padres de Eduardo. ¿Alguien puede caminar más atrás para saber quién fue el Abaroa inmigrante?

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